Vuelta al cole y COVID-19: una recomendación, ¡que corra el aire!

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El verano suele ser la estación más deseada por mucha gente. Este año la situación ha sido diferente, y la que suele ser una época del año de viajes, playa y fiesta se ha convertido en 3 meses de calor conviviendo con ese ‘extraño’ virus COVID-19 que continúa propagándose. A pesar de que había esperanzas en que el coronavirus comenzara a desaparecer en verano, lo cierto es que los casos en junio, julio y agosto han ido aumentando.

Medidas básicas para una vuelta al cole ‘segura’

Las recientes evidencias científicas muestran que los menores parecen contagiarse entre un tercio y la mitad que los adultos, aunque si su edad es más avanzada -mayores de 10 años- pueden ser igual de contagiosos. Esta situación ha preocupado a familias y docentes de todo el mundo y se han replanteado la planificación ante una vuelta a la escuela más segura.

En España, desde el pasado lunes, más de cinco comunidades autónomas (CCAA) han vuelto a las aulas en medio de la preocupación por el repunte de contagios. La primordial para comenzar el curso es que la incidencia a la enfermedad sea baja -menos de 25 casos por 100.000 habitantes en 14 días-, lamentablemente la situación es diferente y todas las CCAA superan con creces los valores de incidencia.

Las mascarillas van a continuar siendo obligatorias para todos; la distancia de seguridad ha de ser de más de 1,5 metros para los alumnos mayores de 6 años; la higiene de manos se sigue recomendando más que nunca y el control de humedad y ventilación se convierten en una de las mayores medidas preventivas -el rango de temperaturas apropiado para la supervivencia del coronavirus es de 13 ºC a 24 ºC-.

La calidad del aire y la ventilación es lo más importante

La transmisión por aerosoles puede ser poco relevante en espacios abiertos, sin embargo, en las aulas y con temperaturas de entre 20 ºC y 22 ºC parecer ser una importante vía de contagio. Gran parte de los casos de transmisión del virus ocurren en ambientes cerrados en los que se inhalan partículas que contienen el virus. Por ello, una posible solución es dar las clases en espacios exteriores.También te puede interesar… La humedad: aliado del COVID-19 y coronavirus

La transmisión aérea del virus bajaría al aire libre y también, la radiación solar disminuiría el tiempo que está el virus activo en una superficie. Aunque si esta medida no es posible por el frío y las bajas temperaturas que se puedan presentar de cara al otoño,es muy recomendable tenerlas ventanas abiertas. Los valores de concentración de CO2 deberían estar por debajo de 800 partes por millón -ppm-.

Si en el aula no se puede ventilar, es necesario realizarlo de manera forzada, con aparatos de ventilación o purificadores de aire HEPA para minimizar el riesgo de transmisión. Cuanto más aire fresco entra en un edificio desde fuera será mejor. El aire exterior diluye los contaminantes presentes en el espacio cerrado. La tasa de intercambio de aire es muy importante, un estudio del 2016 indica que un cambio de aire de nueve veces por hora redujo la transmisión del SARS, MERS y H1N1 en un hospital de Hong Kong.

Fuente: www.tiempo.com