La teoría del contagio de coronavirus por aerosoles gana peso: así debemos protegernos

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El debate encendido en la comunidad médica y científica sobre la transmisión del Covid-19 a través de aerosoles no es nuevo, pero en las últimas semanas gana cada vez más peso la teoría de que esas pequeñas gotículas que pueden quedar flotando en el aire durante horas son las responsables de muchos contagios.

Este martes, científicos estadounidenses liderados por Kimberly A. Prather, del Instituto Scripps de Oceanografía (Estados Unidos), advirtieron, en una carta publicada en la prestigiosa revista «Science», que «existe evidencia abrumadora» de que la inhalación del coronavirus a través de aerosoles representa «una importante vía de transmisión de la enfermedad». Señalan que las personas con Covid-19, muchos de ellos sin síntomas, «liberan miles de aerosoles cargados de virus y muchas menos gotitas al respirar y hablar». «Por lo tanto, es mucho más probable que uno inhale aerosoles que sea rociado por una gota, y por lo tanto el equilibrio de la atención debe cambiarse a la protección contra la transmisión aérea», insisten.

Además de la exigencia del uso de mascarillas, el distanciamiento social y la higiene de manos, instan a los políticos a que añadan «una orientación clara sobre la importancia de trasladar las actividades al exterior, mejorar el aire interior utilizando la ventilación y la filtración, y mejorar la protección de los trabajadores de alto riesgo».

La opinión de estos investigadores contradice al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, quien aseguró el pasado jueves que «no hay evidencias sólidas de que haya habido transmisión probada por aerosoles en medios sociales normales», aunque reconoció que hay grupos que están proponiéndolo como un mecanismo de transmisión posible.

Tampoco la OMS reconoce aún oficialmente la transmisión por aerosoles, a pesar de que, en julio de este año, 239 científicos de 32 países, encabezados por la australiana Lidia Morawska, firmaban una carta abierta en la que urgían a reconocer la importancia de esta forma de contagio.

Los CDC ya los tienen en cuenta

Los que sí reconocen ya la posibilidad de contagios por aire, aunque destacan que no es la forma más frecuente de transmisión, son los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC). «Algunas infecciones pueden ser por exposición al virus en pequeñas gotas y partículas que pueden durar en el aire desde minutos a varias horas», han publicado los CDC en su página web.

Estas pequeñas partículas pueden provocar un contagio a más de seis pies (1,8 metros) de distancia «de la persona que está infectada o después de que esa persona salga del lugar». «En estas circunstancias» el «contagio ocurrió en espacios mal ventilados y cerrados con actividades que implican respiración profunda, como el canto o el ejercicio físico», apuntan.

El doctor José Luis Jiménez, experto en aerosoles de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) y uno de los firmantes de la carta publicada en «Science», es un firme defensor de que el Covid-19 se transmite «sobre todo por el aire», no por gotas y superficies. En su opinión, los CDC «minimizan la importancia de la transmisión aérea. Sabemos que los eventos de superpropagación son un componente importante de la transmisión. Y cada evento de superpropagación que se ha estudiado parece estar dominado por la transmisión de aerosoles», escribe en un hilo en su cuenta de Twitter, donde el investigador asegura también: «en mi humilde opinión, las transmisión por aerosoles es la explicación más probable del brote en la Casa Blanca».

Durante su intervención este martes en el debate «La pandemia que está doblegando a España: ¿qué está fallando?, ¿qué hacemos ahora?», organizado por la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), José Luis Jiménez ha apuntado que la evidencia a favor de la vía de transmisión por aerosol es «abrumadora», informa Ep. «Costó muchas décadas que se reconociera que la tuberculosis o el sarampión se contagiaban por el aire. Se ha repetido este mismo error con el Covid-19. La OMS está atascada en una ciencia del siglo XIX y tenemos que llegar al siglo XXI», ha señalado.

Con respecto a España, el investigador asegura que en el interior de bares y restaurantes la ventilación es «inexistente». «La mayoría son incubadoras del virus; sin embargo, se mantienen abiertos y se pretendían cerrar los parques», ha criticado. En esta línea, José Luis Jiménez ha resaltado la necesidad de trasladar lo máximo posible la actividad a exteriores, junto a otras medidas útiles para frenar los contagios: «Hay que hacer todo lo que se pueda fuera, ajustarse bien la mascarilla y reducir el tiempo y la cantidad de gente en interiores, junto con ventilar constantemente».

La directora general de Salud Pública, Pilar Aparicio, ha respondido a Jiménez durante la mesa de debate que desde el Ministerio de Sanidad se está intentado «incorporar estas investigaciones en los documentos» para «recoger esta posibilidad» de contagio. «Somos conscientes de algún estudio que está en marcha. Los espacios cerrados donde se habla o se canta son elementos que pueden favorecer muchísimo la transmisión. Siempre que se pueda hay que tener ventilación al máximo posible. Así lo intentamos recoger en los protocolos y en nuestra comunicación con la ciudadanía», ha insistido.

«En la actualidad ningún grupo científico niega la transmisión por aerosoles que, por lo demás, es ampliamente reconocida en espacios interiores mal ventilados. Las diferencias estriban en cuánta importancia se le otorga en el conjunto de la transmisión», escribe Salvador Peiró, investigador del Fisabio en este artículo. En su opinión, el «explosivo comportamiento» del SARS-CoV-2 en determinados espacios cerrados, como las empresas (cárnicas), centros colectivos (residencias, hospitales, prisiones y otros), discotecas, transporte de larga duración, «aun sin descartar la posibilidad de transmisión por gotitas, también sugiere fuertemente la transmisión por aerosoles».

«Quizás va siendo hora de limitar menos las actividades al aire libre –evitando aglomeraciones y espacios muy tabicados–, que tienen mucho menos riesgo de transmisión que los espacios cerrados y, sobre todo, incorporar la ventilación como estrategia esencial en estos últimos», concluye Peiró en su texto.

Fuente: www.abc.es