Diagnosticar con mayor precisión la exposición a contaminación aérea urbana

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Una novedosa publicación, a nivel de exposición urbana sobre contaminantes aéreos y sus efectos en la salud, sugiere que una instrumentación avanzada e información de la tecnología permitirá a corto plazo que los investigadores y legisladores puedan estimar los riesgos sobre la salud de la contaminación aérea a nivel individual.

Solamente en la ciudad de Nueva York, el impacto económico de las muertes prematuras a causa relacionada con la contaminación aérea, incluyendo asma y otras complicaciones de salud, ya sean respiratorias y/o cardiovasculares, superan los 30,7 billones de dólares cada año. Globalmente, se atribuyen 4,2 millones de muertes cada año debido a la contaminación aérea, haciendo que ésta sea el quinto factor mortal de riesgo de acuerdo a un estudio del año 2015 publicado en The Lancet.

Un equipo de investigación interdisciplinar de la Universidad de Nueva York, dirigido por Masoud Ghandehari, Profesor asociado de la UNY en el departamento de Ingeniería Urbana y Civil, y del Centro de Ciencia Urbana y Progreso (CUSP), publicó una exhaustiva investigación de los esfuerzos recientes para evaluar el impacto de la contaminación del aire en las ciudades.

Junto a Ghandehari, los co-autores son Andrew Caplin, Profesor de la UNY en el departamento de Economía; Paul Glimcher, Profesor de Ciencia Neuronal y Psicología; George Thurston, Profesor de la Escuela de Medicina de la UNY en el departamento de Mediciana Ambiental y Salud sobre la Población; y Chris Lim, doctorado por la Escuela de Medicina.

Su estudio, publicado en Nature Communications, detalla como los datos recogidos por los sensores ambientales dispuestos en edificios y postes de farolas, así como sensores móviles, se combinaron con información socioeconómica, patrones de comunicación y costumbres en el estilo de vida, como es el ejercicio al aire libre para generar modelos sobre la exposición a la contaminación a nivel de barrios residenciales. Estos estudios se realizaron en grandes centros urbanos, incluyendo Nueva York, Hong Kong y San Francisco, informando sobre legislación pública sobre los límites de contaminación aérea y planes de actuación climática.

Así mismo, los autores discuten sobre el uso de sensores avanzados y tecnología de información pueden conducir a unos descubrimientos mayores, ofreciendo un gran potencial para evaluaciones más precisas, a nivel individual. «Una de las preguntas que queremos responder es ¿cómo difiere la contaminación entre distintas personas y por qué?» comenta Ghandehari.

Ghandehari detalla que la evaluación del nivel de contaminación pasa por alto factores como la movilidad de cada individuo — incluyendo desplazamientos en coche, bus, bicicleta o a pie, y a menudo no consideran el control de las conciciones climáticas dentro de la vivienda o la etápa de vida. Por ejemplo, los estudiantes y adultos en horario de trabajo, se mueven más que los ancianos y por ello están más expuestos. Por otro lado, los niños pueden experimentar problemas de salud de por vida como consecuencia de la contaminación.

El nivel socioeconómico se presenta como otro factor que aumenta la exposición a la contaminación aérea como también aumenta el riesgo de asma y enfermedades cardiovasculares. «Cualquier persona de cada nivel del espectro económico vive en zonas contaminadas, pero presentan diferentes efectos en su salud» señala Ghandehari. «Empleando la tecnología para estudiar relaciones directas e individuales entre la contaminación y los efectos sobre la salud — mejor que relaciones por grupos sociales — producirá pruebas, basándose en estos argumentos, que cambien los posibles aspectos que puedan afectar con gran riesgo de impactos negativos sobre la salud».

Puede consultar la publicación completa en el siguiente enlace: https://www.nature.com/articles/s41467-019-09155-4