Calidad del aire interior residencial y covid-19: el reto de adaptarse al uso más intensivo de las viviendas

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El incremento en la intensidad del uso de las viviendas y un mayor uso de productos de limpieza y desinfección genera un importante aumento de las emisiones interiores de contaminantes, que no siempre son contrarrestadas por la ventilación. Un estudio realizado en Madrid evalua el impacto del confinamiento en la calidad del aire interior de viviendas ubicadas en la ciudad.

La contaminación del aire no es solo un problema atmosférico. En el interior de las viviendas, donde una gran parte de la población ha aumentado su tiempo de permanencia desde el inicio de la pandemia de Covid-19, estamos expuestos a partículas contaminantes emitidas por diversas fuentes, como el mobiliario y los materiales de construcción, la presencia de humedad y moho, el humo del tabaco o, en particular, el uso de productos químicos de limpieza, higiene y cuidado personal.

Durante el primer brote de Covid-19, la población española confinada se concentró principalmente en minimizar el riesgo de infección por SARS-Cov-2, prestando poca atención en general a la calidad del aire interior (CAI) de las viviendas, que fueron sometidas a un uso mucho más intenso del habitual.

Esta inusual situación de confinamiento, que podria repetirse en el futuro, asi como las nuevas condiciones de teletrabajo y escolarización en el hogar, que aumentan el tiempo de permanencia en las viviendas, hace pensar que existe la necesidad de mejorar la CAI residencial para responder a estos nuevos escenarios sociales.

Asi lo explican un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla y Universidad San Pablo-CEU de Madrid en un artículo publicado en la revista Environmental Research and Public Health.

Este trabajo compara la evolución de la CAI de cuatro viviendas de la ciudad de Madrid antes y durante el confinamiento (del 01/02 al 30/04/20) , mediante mediciones de las concentraciones de CO2, de material particulado fino PM 2,5 y de compuestos orgánicos volátiles totales (COVT). El objetivo del estudio es identificar los riesgos para la salud de los ocupantes de las viviendas debidos a la alteración de los patrones de comportamientos habituales en los domicilios y a la exposición continua o en mayor grado a estos contaminantes.

Las viviendas estudiadas están situadas en el núcleo urbano de Madrid, tres de ellas son representativas de las típicas viviendas sociales contruidas en los años 50 y el cuarto edificio es una construcción más moderna. Se seleccionaron también diversos perfiles de ocupantes de las viviendas y composiciones familiares, representativas de la estructura de uso de las viviendas nacionales.

Calidad del aire interior lejos de los valores deseables

Mientras que la calidad del aire exterior en Madrid mejoró durante el confinamiento, el estudio constata que el aire dentro de las viviendas sufrió un deterioro significativo. Si bien ya se esperaba esta situación, según los autores los resultados deberían suscitar preocupación en la mayoría de los casos estudiados, debido a la identificación de factores de riesgo coexistentes, como altas concentraciones de COVT y PM, poca efectividad de la ventilación, presencia continua de personas en las viviendas o falta de conciencia sobre la importancia de la CAI.

Durante el confinamiento, en las cuatro viviendas se incrementó el uso de la televisión y otros equipos electrónicos de entretenimiento, asi como la limpieza del hogar, que fue aumentando en intensidad y periodicidad. Los productos utilizados fueron en escalada, partiendo de los limpiadores domésticos habituales con jabón y detergentes (soluciones acuosas con tensioactivos), se introdujeron desinfectantes y limpiadores de mayor potencia, incluido el hipoclorito de sodio y productos biocidas (principalmente TP2), tanto en formulación líquida como en aerosol.

También se registró un uso generalizado de geles hidroalcohólicos en todos los hogares, que se utilizaron ampliamente para la desinfección o el tratamiento no solo de las superficies de las viviendas, sino también de la ropa, el calzado y los productos comprados, incluido el envasado de alimentos. Se incrementó también el uso de ambientadores, en difusores electricos o en aerosoles, debido a la sensación de olores desagradables relacionados con una mayor presencia en el hogar.

A todo esto, hay que añadir que las rutinas de ventilación en las viviendas no variaron significativamente  (tiempo de apertura, número de ventanas, etc.) respecto a las costumbres previas al confinamiento y que la importancia  y necesidad de intensificación de la ventilación no se percibió como un elemento clave para la salud de los usuarios de las viviendas estudiadas. 

La naturaleza multifactorial de la exposición y los posibles efectos sobre la salud, tanto a corto como a largo plazo, presentan un escenario que debe ser reconsiderado, ya que las condiciones de calidad ambiental interior en las viviendas durante el confinamiento estuvieron lejos de las cifras deseables. La concentración media diaria de PM2.5 aumentó aproximadamente un 12% y la concentración media de COVT entre un 37% y un 559%.

Recomendaciones  para mejorar la CAI en viviendas

En base a los resultados obtenidos, para mejorar la calidaddel aire interior en las viviendas los autores recomiendan:

  • Reducir el uso de los productos de limpieza diaria en los hogares, utilizar productos menos agresivos y con menores emisiones (limitar el uso de aerosoles desinfectantes y de limpiadores biocidas cuyos agentes de carga tienen un alto nivel de COVs).
  • Promover la creación de espacios de limpieza y desinfección en el exterior de las viviendas, dotados de elementos de control adecuados: sistemas de extracción, drenaje adecuado, etc. Estos espacios podrían estar ubicados en áreas comunes de edificios o en espacios de la vía pública. Su uso también mejoraria el control de la transmisión domiciliaria de virus como COVID-19, aumentando la seguridad de los hogares.
  • Poner a disposición de los trabajadores con alta exposición a contaminación biológica espacios específicos de limpieza en sus lugares de trabajo, incluyendo ropa y accesorios, para evitar la necesidad de tratar todos estos elementos en el hogar, y reducir asi la carga de ropa para lavar y desinfectar en la vivienda.
  • Incorporación el estrés químico en los planes arquitectónicos para la construcción futura. Las diferentes disciplinas deberia considerar la necesidad de mejorar la seguridad sanitaria de las viviendas, tanto en los nuevos edificios como en su rehabilitación.
  • Promover la limitación y / o reducción del uso de ambientadores (eléctricos, vaporizados o aerosoles), neutralizadores de olores y otros equipos cuyo funcionamiento se base en la emisión de sustancias en la atmósfera interior. Potenciar la educación general sobre la necesidad de reemplazar todos estos procesos con la ventilación más efectiva posible, incluso considerando los efectos térmicos y la reducción temporal del confort.
  • Concienciar sobre los riesgos que presenta el tabaco en el hogar durante situaciones de encierro, incluso si se fuma abriendo las ventanas o técnicas similares. Los efectos derivados, además, como los olores y la presencia de humo, tienden a incrementar las emisiones de los mecanismos compensatorios (ambientadores, limpiezas adicionales, etc.).
  • Promover programas de acción para la sustitución o mejora de los sistemas de filtración de los sistemas de aire acondicionado y calefacción de los hogares. Estos programas no solo deben basarse en la eficiencia energética, sino que también deben incluir mejoras para la salud.

Fuente: www.higieneambiental.com